ZACATECAS... LA CIUDAD DONDE DEJÉ MI CORAZÓN

Hola de nuevo...
En esta ocasión voy a contaros nuestra aventura en Zacatecas, otro estado del centro de la República. Pero antes, para que vayais entrando en materia, voy a poneros una canción de un grupo de banda de aquí precisamente, de Zacatecas. Concretamente de un municipio que se llama Jerez (porque aquí también hay un Jerez). La canción se llama "RATA FLACA". Como siempre, no perdais atención a la letra.


Después de este momento musical, comenzamos la eventura zacatecana. Esta ciudad es patrimonio cultural de la humanidad y no me extraña porque es muy bonita. Ahorita lo comprobareis. Comenzamos...

Salimos de San Luís un viernes, más o menos al medio día... Fuimos Fernando, Rocío y Betty (los tres de esta ciudad), Ceci y yo (las de siempre). Aquí no estamos todos, pero a las que faltan las conocereis en las próximas fotos.


Nada más llegar a la ciudad, Rocío, nuestra anfitriona de lujo, nos llevó a comer unos famosos tacos a los que llamaban "Tacos envenenados". Imaginaos mi cara... Pensé: "éstas se quieren cargar a la güerita por eso de la conquista". Pero no fue así. Resulta que a estos tacos le llaman así porque el tipo que los vendía, es decir, el dueño del changarro, cada vez que alguien le preguntaba qué llevaban los tacos, amablemente les contestaba que llevaban veneno. Así es que se le quedó. Estos son los tacos... Deliciosos!


Después de comer, pasamos a la casa de Rocío para instalarnos. Allí conocimos a sus padres, realmente dos bellísimas personas que nos trataron muy, pero que muy amablemente. Así es que tras platicar un ratito con ellos, salimos a dar una vueltecita por la ciudad y poder verla de noche, pues su iluminación es realmente bella. Imagino que en las fotos que vereis no se va a poder apreciar esto... A ver qué tal.

Comenzamos paseando por el centro y una de las primeras cosas con las que nos encontramos fue esta tienda... Por favor, abrid bien los ojos porque no tiene desperdicio. Qué manera de llevar un negocio...


Eso es una zapatería, al menos eso ponía en su rótulo. Pero si apreciais bien, se venden desde lavadoras hasta neumáticos!! Cómo se os quedó el cuerpo!! Yo no pude resistir hacer la foto.

Seguimos paseando por la ciudad y vimos lugares muy bonitos. Como el Ex-templo de San Agustín...


El Jardín Juárez...


O la catedral...


Pero, sin duda, una de las cosas que más me gustó de Zacatecas fue su "CALLEJONEADA". Os explico qué es esto... Esta ciudad está llena de callejones impresionantes y de cuestas. Bueno, pues a esta gente se le ocurrió la genial idea de celebrar cosas organizando callejoneadas. Consisten en que se renta una banda, que va tocando por todo el centro de la ciudad y detrás todos los invitados bailan y beben mezcal. Pero atención, este mezcal lo reparte un señor con un burrito en lo que ellos llaman "jarritos", que son vasitos pequeños de barro. Y así se pasan la noche, bebiendo, bailando y cantando... Lo mejor de todo es que es gratis y cualquier persona se puede unir a la fiesta. A veces, en función del dinero que tenga la persona que organiza la calleoneada, la fiesta termina con una "taquisa", que son tacos para todos... Mirad, aquí hay algunas fotos de esto que os cuento.







Como era de noche y también teníamos que conocer los antros de la ciudad, Rocío nos llevó a uno realmente partiular. Se llamaba el "HURANCANZOTE". Se llama así, en honor a un luchador, Huracán Ramírez. Mirad el lugar, no se ve bien, pero hay un ring de lucha libre, máscaras y lo que cuelgan son calzones y brasieres (que es así como se dicen aquí, respectivamente, las bragas y los sujetodres). No le falta detalle.


Pero lo más rico de este lugar fue, sin duda, una bebida llamada HUACHICOL. Está hecha a base de mezcal, agua de fresa y, como no, mucho, mucho hielo. ¿Sabeis? El mezcal se hace precisamente aquí y esta gente tiene un dicho muy gracioso: "Para todo mal, mezcal. Para todo bien, también". Bueno, siguiendo con el huachicol, os comento que para darle más encanto, lo sirven en jarrillos de lata. Os prometo que eso no sabía a alcohol y entraba como no os haceis una idea (así como el rebujito de nuestra Feria, para que me entendais). Ahí está el Huachicol... (Ah! no perdais detalle del fondo de la foto. Son virgencitas de Guadalupe doradas. También estaban en el bar... uffffff).


Después de más de un jarrito de Huachicol volvimos algo movidillas a casa y allí probamos una de las cosas más ricas que he probado desde que estoy en México: tacos dorados... Deliciosos, además hechos en casa porque los hizo la madre de Rocío y con una salsa borracha (que así se llama), realmente espectacular. Así es que cenamos rico, rico y nos fuimos a dormir, porque a la mañana siguiente nos esperaba algo realmente duro. En breves momentos sabreis porqué se llama así esta historia: "Zacatecas... la ciudad donde dejé mi corazón".

Cuando despertamos, bajamos a desayunar y la madre de Rocío me invitó a acompañarla al mercado. Por supuesto, le dije que sí... Vaya experiencia!! Yo no sé como ese día no morí por ingesta masiva de alimentos. Además de desayunar, en el mercado probé de todo lo probable: una lima, tunas (que son más o menos como nuestro higos), tamales y un rico jugo de betabel con zanahoria. Para los que no sepan, como yo, el betabel es un tubérculo (como la patata) muy, muy rojo y muy, muy bueno para la digestión y ese tipo de cosas... Como en mi vida había probado el betabel, os voy a comentar lo que me pasó. Se sale un poco de la historia de Zacatecas, pero lo tengo que contar... Antes que nada y, por favor, risas las precisas.

Como os comenté, el betabel es muy, muy rojo. Bueno, pues al día siguiente a mí se me había olvidado lo de este tubérculo y fui al baño, al igual que al día siguiente y al otro. Así hasta llegar a San Luís... Cada vez que iba al baño observaba que todo estaba como "ensangrentado". Imaginad mi preocupación... Pensé que me estaba muriendo, así es que superangustiada y apurada le comenté a Ceci mi "grave enfermedad" que probablemente me causaría la muerte aquí en México. Ella, al principio me comentó que quizás fuera del chile porque es muy irritante y que fuera al médico, cosa que aquí me aterra mucho, la verdad. Así es que al borde de la desesperación y hablando, hablando esta amiga poblana se acordó del dichoso betabel y me dijo que eso era, probablemente, lo que había teñido todo lo que expulsaba, que me esperara un par de días que todo volvería a la normalidad... Y así fue!! Desde ese día, odio el betabel!!! jajaja.

En fín, volviendo a Zacatecas y como os contaba, fui al mercado con la madre de Rocío. La señora fue maravillosamente atenta conmigo, quería que probara de todo, me hablaba de qué era cada "cosa rara" que veía en el mercado ... Echamos un ratito muy apañado y yo, no me podía ni mover, de todo lo que comí. Lo mejor de todo, es que después de la tragadera me esperaba un GRAN paseo por esta ciudad y la subida a su cerro más famoso: el CERRO DE LA BUFA.

Pero no quiero adelantar acontecimientos. Antes recorrimos lugares muy bonitos como la Iglesia de Fátima, una maravilla arquitectónica de cantera rosa. Esta ciudad es muy conocida por este tipo de cantera, de hecho dicen que los zacatecanos tienen "rostro de cantera y corazón de plata". A ver qué os parece...


En esta iglesia tuve la oportunidad de encontrarme con la celebración de dos acontecimientos importantes en la vida del mexicano: la presentación que hacen de los niñ@o de tres años y los quince años de las niñas. Mirad, esta es una presentación de un niño de tres años vestidito de charro...


Y esta es la celebración de los quince años de una niña... Fijaos bien en los muchachos que están rodeándola. Se llaman "Chambelanes" y son los que ella elige para bailar durante su fiesta. Sus corbatas suelen ser a juego con el color del vestido de la niña.


De ahí vimos varios lugares, como el Parque Sierra de Álica y sus fuentes danzarinas...


La famosa "FUENTE DE LOS FAROLES"...


El Teatro Calderón...


La ex-casa del Gobernador... Como la mía, ¿verdad que sí?


O simplemente callecitas maravillosas de la ciudad...




También conocimos un hotel increíble que, en realidad, es una plaza de toros: el Hotel Quinta Real...


Pero después de andar y andar, faltaba el culmen, el motivo por el que casi no puedo contar esta historia: la subida al Cerro de la Bufa. Un lugar muy bonito y con mucha historia, pero con una subida realmente dura porque la montañita está a más de mil quinientos metros de altura. Zacatecas es la segunda ciudad más alta del país, la primera es Toluca, en el Estado de México. Así es que imaginad lo que sufrí... Pero ahora os digo que mereció la pena, por las vistas y lo que había en lo alto del cerro. Antes voy a mostraros unas fotos de lo que íbamos viendo conforme subíamos.




Al final, llegamos aquí, a la cima. Esta es la Plaza de la Revolución Mexicana... Observad las estatuas.


El Cerro de La Bufa tiene mucha importancia en la historia de México. Desde este lugar, en la Revolución de 1910, Francisco (Pancho) Villa tomó la ciudad de Zacatecas, una de las victorias revolucionarias más importantes. Por este motivo, en la cumbre del cerro hay una plaza inmensa coronada por tres estatuas equestres: Felipe Ángeles, Pánfilo Natera (a los lados) y Pancho Villa en el centro. Como os comenté en otra ocasión, en función de cómo aparezca el caballo en las estatuas, así murió su jinete. De este modo, el de la derecha (Felipe Ángeles) murió de muerte natural, porque su caballo tiene ambas patas en el suelo; el de la izquierda (Pánfilo Natera), murió fusilado porque su caballo tiene una pata levantada y, por último, Pancho Villa, en el centro, que murió en batalla ya que su caballo tiene levantadas ambas patas.


En el cerro había también un museo, El Museo de la Toma de Zacatecas, donde leímos muchas cosas de la revolución, vimos trajes de la época y el armamento que se usó entonces.




Pero en el cerro había, además, otras cosas maravillosas, que nada tenían que ver con la revolución. Vimos el Templo de Nuestra Señora del Patrocinio, que es la patrona de Zacatecas...


Y bueno, las vistas desde este Templo... Nada despreciables...


Ya vamos a ir descendiendo del cerro... Antes, un poco de Zacatecas desde las aturas.




Para bajar, en vez de volvernos a dar la paliza, agarramos un teleférico, que prácticamente nos llevó a la MINA DEL EDÉN, otra experiencia... Este es el teleférico.


Y ésta, la entrada a la mina...


En este lugar, nos colocaron unos gorritos muy, muy monos yo creo que fue para que nos metiéramos en el papel y un guía bastante aparente nos explicó el recorrido.


Nos contaron que esta mina, como todas las de México, fue explotada por los españoles y que de aquí si se obtenía oro y plata. Sin embargo, quienes la trabajaban eran los indígenas por prácticamente nada de jornal (también como siempre). Tenían jornadas maratonianas y condiciones de trabajo francamente sobrehumanas, por lo que un minero en esa época no solía pasar de los treinta años. La foto que veis a continuación es una recreación del trabajo de los mineros indígenas, la persona que está más abajo de la escalera de lasca, es un niño, que hacía las veces de "Achichinque", así es como se decía ayudante en la lengua indígena. Hoy esa palabra a deribado a "Achichincle" y es una forma despectiva de llamar a un ayudante.


En esta mina, por lo visto, existía también, la leyenda del minero Roque.


Este tipo, por lo visto, se caracterizaba por su excesiva ambición. Un día, mientras trabajaba, se encontró una pieza de oro y la escondió para recuperarla después de su jornada laboral. Sin embargo, cuando fue a buscarla ésta ya no estaba y se puso a maldecir y maldecir. Dicen que en la mina estaba prohibido hacer eso por motivos religiosos, me imagino. Así es que un compañero lo mató... Ahora viene la leyenda. Se cuenta que el minero Roque juró estar siempre en la mina y de vez en cuando dicen que se aparece y que su sombra se refleja en las paredes de ésta. A ver si lo veis en esta foto. Una pistilla: el tipo tiene un gorro de minero con una linterna en el mismo. Es una sombra. Si os fijais bien, se ve. Lo prometo.


Ya al final del recorrido, encontramos a otro minero. Nos contaron que sobarle su pancita nos daría suerte en muchos aspectos, así es que no faltamos, por si acaso funcionaba.


Justo delante de este minero, nos enseñaron un antro. Se llama justamente así, LA MINA y dicen que es uno de los cinco antros más exclusivos y modernos del mundo. De hecho, en toda la mina (y en las minas en general), no hay cobertura de celulares. Pues aquí, sí.


Está muy curioso el lugar y más aún, la forma de entrar y salir de él: un tren, porque realmente está en el interior de la mina y ésta es su única forma de acceso.


De salida nos fuimos a tomar algo, porque ya era nuestra última noche en Zacatecas. Probamos varias cositas... Los cueritos, que son, a ver cómo lo explico... Una corteza de las nuestras muy, muy grande de modo que encima se le pueda poner todo esto que veis...


Los nachos (pero los de verdad)...


Y las cheladas... un litro de cerveza con sal y limón...


Ahora os presento a los amigos de Rocío...


Con uno de ellos, conocimos una gran canción que quiero compartir con vosotros para terminar esta historia. Nos ha acompañado mucho (verdad, Ceci?). Escuchadla. El grupo de llama "Los recoditos de Sinaloa" y la canción... bueno, descubrid vosotros mismos el título... jejeje.



Ya estamos llegando al final de esta aventura... Me imagino, que a estas alturas de la película ya entendereis porqué titulé así la historia... El Cerro de la Bufa, desde luego, hizo que casi dejara ahí, en las alturas, literalmente, mi corazón. Pero el resto de la ciudad lo tomó pacíficamente, con su belleza y el modo en que me trató todo el mundo, empezando por los padres de Rocío.

Dicen que Zacatecas es la única ciudad del mundo en la que se come en una iglesia (porque es un restaurante), se duerme en una plaza de toros (porque es un hotel) y se baila en una mina (porque es un antro) Yo ,además, añado que es una de las ciudades más bonitas y mágicas en las que he estado nunca.

Gracias Rocío por invitarme y hacer, junto con tu familia, que mi estancia aquí fuera tan linda que quiera volver pronto a esta ciudad. Me llevo la ternura de tu madre, la dulcura de tu padre y tus gran hospitalidad. UN MILLÓN DE GRACIAS!! Me alegra mucho haberte conocido. Ahora te toca a tí devolverme la visita.