Saludos cordiales...
Cómo estáis? Ya sé que hace mucho que no escribo aventuras en el blog, pero es que en realidad no he tenido tiempo con tantas despedidas... Ahora, espero poneros pronto al día.
Antes que nada y siguiendo con la tradición, quiero regalaros unos momentos musicales. En esta ocasión, la canción que he elegido para amenizar la lectura nada tiene que ver con el estado de Michoacán, del que hablaré a continuación. Eso sí, la escuché por primera vez en el autobús que nos llevó a este lugar. Me gustó tanto la canción que quiero compartírosla. Espero que os guste y que, poco a poco, vayais conociendo musiquilla mexicana. No perdais ojo de la letra, ¿vale?
Ahora sí... En esta ocasión me toca hablaros de cómo viví la festividad del día de muertos en el estado de Michoacán. Lo primero es comentaros que nos metimos bien, pero bien en el papel, porque todos terminamos de este viaje, bien muertecitos... ¿Preparados? Comenzamos el relato.
Salimos de San Luís el sábado en la noche, para pasarla toda en el autobús durmiendo y ahorrarnos el hotel... Lo cierto es que nos lo ahorramos las dos noches, ya que los lugares de más interés había que visitarlos en la madrugada y no tenía mucho caso reservar un hotel sólo para unas horas.
Cuando nos despertamos, a la mañana siguiente, fue algo increíble encontrarnos con un paisaje de bosque y más bosque. Íbamos con destino a San Juan el viejo, un pueblito michoacano que es famoso porque en él está el volcán más joven del mundo, el VOLCÁN PARICUTÍN. Éste, entró en erupción hace unos cuantos años y enterró literalmente todo el pueblo, de ahí su nombre, San Juan el Viejo... Hay, por tanto, un San Juan Nuevo, y es ahí donde se asentó la gente tras el incidente con el volcán.
Mirad esta foto...
Justo aquí lo que se ve es lo único que se salvó del pueblo y que no quedó enterrado entre las cenizas y las rocas expulsadas por el volcán. Concretamente el campanario de la Iglesia. Cuentan las personas de fe que la Iglesia de San Juan fue lo único que la lava no enterró por completo, porque el poder de Dios fue más grande... Ahí ya, cada uno.
Después de ver las ruinas de este pueblo y de tener la oportunidad de ver también el volcán, nos dirigimos a Pátzcuaro. Esa ciudad me encantó... La verdad es que es muy difícl decir qué fue lo que más me gustó del estado de Michoacán porque cada lugar fue encantador. Concretamente de Pátzcuaro me gustó mucho su plaza principal y la arquitectura de sus casas, con sus remates y tejados a base de vigas de madera. Además los nombres de todos los negocios tenían el mismo diseño y los mismos colores. Era una delicia colarse de forma indiscreta en alguna casa y ver sus interiores, llenos de decoraciones florales y balcones. Me recordó a más de un patio de vecino de nuestra entrañable Triana...
Espero que con en esta foto podais haceros una idea...
Esto que veis a continuación es "La casa de los Once Patios". Este lugar era precioso y además estaba lleno de tiendas de artesanías de Michoacán. Para los interesados, contaré que antes era un convento.
Ahí va un dato muy, muy curioso. Pátzcuaro significa literalmente en lengua p´urhepecha "lugar de la negrura". Ya os comenté que Michoacán es archiconocida por su forma tradicional de celebrar el día de muertos. Pues ese lugar de la negrura no hace referencia más que a la muerte precisamente, puesto que la noche, negra, es la muerte del sol y es eso lo que reina en la región de las sombras. Con la llegada de los españoles, cuya conquista se fundamentó en la evangelización, los religiosos buscaron de inmediato la destrucción de las antiguas creencias y sus prácticas idolátricas. Así, las deidades de la muerte fueron destruídas pero no el culto a los muertos, que conjuntó los conceptos y tradiciones de católicos e indigenas.
Desde Pátzcuaro, agarramos un taxi con destino al puerto, para poder llegar a la Isla de Janitzio. Si lo que ya habíamos visto nos había encantado, aún quedaba lo mejor: esta isla y lo que encontramos allí.
Nos montamos en un barquito que cruzaba todo el lago Janitzio, el segundo más grande de la república. Durante esta travesía tuvimos la oportunidad de ver a los pescadores que trabajan aquí y su forma particular de hacerlo, ya que utilizan unas redes en forma de mariposas. No puedo pasar por alto, por tanto, el significado de Janitzio. En p´urhepecha, significa "lugar donde llueve" o "lugar de pesca". Mirad esta foto, ahí están esos pescadores...
Cuando llegamos yo me moría por comer pescado porque me dijeron que ahí era muy famosos y bastante bueno... Imaginaos (sobre todo vosotras, chikes) mis ganas de comer "pescaíto". Comimos esto que veis a continuación. Lo primero que veis, se llaman CHARALES y son como nuestros boqueroncitos fritos.
Esto de aquí se llama MOJARRA y estaba, de verdad, deliciosa...
Y este fue el lugar donde comimos, un restaurante con unos colores y unos olores que dificilmente olvidaré...
Además, pudimos darnos una vueltecita por los centenares de puestos de artesanía. Es curioso porque esta gente no habla español (entre ellos, me refiero) sino su lengua: p´urhepecha. También visten de una forma particular porque utilizan el traje "guare" que es asi...
La isla de Janitzio ya la podíamos ver desde el barquito y como me encantó esta vista, quiero que vosotr@s también la disfruteis. Ahí está...
Si observais bien, hay una enorme estatua, ¿verdad? Es Morelos, uno de los líderes de la Independencia mexicana y por el que la capital de Michoacán se llama, precisamente, Morelia (pero esa historia os la contare más tarde cuando lleguemos a esa ciudad).
En todos estos lugares cercanos al lago de Pátzcuaro se vive el día de muertos de una forma especial.
Eso que veis es un altar de muertos. Toda esta zona se llena de estos altares durante los primeros días de Noviembre. Su forma de celebrarlo es muy especial por el siguiente motivo: no consideran que ese momento de la vida, la muerte, sea algo trágico, sino una parte más del camino.
Los pueblos prehispánicos concibieron el universo como un concierto de contrarios, un mundo de dualidades necesariamente opuestas en un juego que daba origen a la existencia misma de los seres. Dentro de esta concepción, el binomio vida-muerte era considerado como dos aspectos de una misma realidad. Una, consecuencia de la otra, parte de un mismo proceso de relación-destrucción que había dado origen al universo, al mundo y a la humanidad. Lo que determinaba el lugar donde se iba después de morir, dependía no de la manera de vivir, sino de la forma de morir. Cuando llegaron los españoles y su evangelización, ambas tradiciones se fusionaron y ahora existe un mezcolanza de ambas culturas.
Después de ir a Janiztio, nos llevaron a conocer esta tradición en su forma más pura. Fuimos a Santa Fe de la Laguna. Ahí llevamos una ofrenda y nos metimos en casa de una familia, a velar a su muerto. No sabeis lo increíble que eso resultó para mí, porque nos metimos en casa de una gente que entre ellos no hablaban español y que, sin conocernos, nos dio amablemente de cenar: tamales, atole y pozole. Esto fue lo que vivimos...
Ese señor que veis en la foto, es el señor que murió, al que se está velando y al que se le realiza la ofrenda. Si mirais bien, el altar está lleno de alimentos, concretamente aquellos que más gustaban al difunto. Se cree que la madrugada del 2 de Noviembre, éste regresa a la vida para visitar a sus familiares por eso las tumbas se adornan de esa manera. Las flores amarillas que veis se llaman CEMPOALXOCHITL. Son muy populares en estas fechas y las encontrareis también en otras fotos más adelante. De hecho, dicen que después de ese día en el que el muerto vuelve, esa comida de la ofrenda ya no sabe igual...
De cualquier forma se trata de una tradición maravillosa y espectacular donde se aúna lo religioso y lo popular para rendir tributo a los ya idos, en un ambiente de duelo y de fiesta, de tristeza y de algarabía, porque pervive la creencia en la continuidad después de la muerte, la creencia de que las almas de los muertos se comunican con los vivos. Esto fue precisamente lo que pudimos respirar cuando fuimos al panteón de Tzintzuntzan. Este es...
Sin palabras...
Cuando ya recorrimos el panteón de esta ciudad regresamos, muertos de frío al camión a dormir un rato, pues aún quedaban dos lugares más: Santa Clara del Cobre y la maravillosa Morelia.
Al abrir nuestros ojos, al día siguiente, ya estábamos en Santa Clara del Cobre. Allí, los que quisieron, tuvieron la oportunidad de bañarse en unos baños públicos, que aunque estaban limpios, a mí no me despertaban mucha confianza. Además hacía muchísimo frío, por lo que nosotros decidimos dejar nuestra higiene un tanto en espera hasta regresar a San Luís. Allí, por tanto, nos aseamos como gatos y nos lavamos los dientes. Quiero que conozcais Santa Clara del Cobre...
Y bueno, ahí va la respuesta a una pregunta absurda... ¿Porqué se llama del Cobre este pueblito? Sí, chicos, la respuesta es muy parsimoniosa, simplemente porque aquí se da mucho el cobre y su manera de trabajarlo es muy famosa. De hecho, nos llevaron a una fábrica donde nos enseñaron precisamente el modo en que se trabajaba. Fue muy curioso. Ahí os dejo unas fotitos del pueblito...
Y también, otra foto más del resultado del trabajo del cobre.
En la anterior foto aparecemos Fer y yo en la plaza del pueblo... Ceci, la otra persona con la que fui y la que se está convirtiendo en mi compañera de viajes (como podeis observar), decidió quedarse en el autobús durmiendo un pelín más.
En Santa Clara del Cobre no estuvimos mucho tiempo, porque en realidad tampoco era muy grande. Así es que después de un par de horas allí, nos montamos en el camión nuevamente con destino a Morelia, la capital michoacana y uno de los lugares que más me han gustado desde que llegué a México. Os la presento... Esta es la catedral. Maravillosa!!
Esta ciudad, en época de los españoles, se llamaba Valladolid y tomó el nombre actual de José María Morelos y Pavón (el tipo del que os hablé antes un poquito). Morelos fue crucial para la Independencia mexicana. De hecho era el jefe de los ejércitos del Sur y luchó con armas y dientes para intentar lograr aquello en lo que creía. Fue el que inauguró el primer parlamento de México, donde pronunció su famoso discurso de "LOS SENTIMIENTOS DE LA NACIÓN", que se puede considerar el precursor de la primera constitución mexicana. En ese discurso, entre otros aspectos, se declara la independencia de América de España, se pretende una mayor igualdad, reduciendo el horario de los jornales, y se prohíbe la esclavitud y la distinción de castas. Al final, a Morelos lo agarró la Inquisición española y lo asesinó...
En esta ciudad está la casa museo de este hombre y fue ahí donde nos enseñaron todo esto de forma muy, muy curiosa porque, tengo que decirlo, el guía era un gran comunicador. Os presento a Morelos... que, por cierto, tenía siempre un pañuelo en la cabeza porque padecía de migraña y la medicina que utiliazaba para ello, una planta en contacto con su sién, se la sujetaba con ese pañuelo. Ahí está presentando los "Sentimientos de la Nación"...
En cuanto a la ciudad de Morelia, deciros que está bastante bien pensada. Nos contaron que todas las calles del centro están hechas usando remates visuales, eso quiere decir que todas terminan en alguna plaza, fuente, iglesia o monumento de importancia (un poco como Roma, chikes). También, están diseñadas de forma y manera que durante el día, una parte de esas calles están a la sombre y otra parte al sol. Eso, para las güeritas como yo, creedme que es de vital importancia porque podemos pasear sin necesidad de enrojecer hasta desfallecer o morir de insolación... Mirad la siguiente foto, la parte izquierda está al sol y la derecha a la sombra. Así son todas las calles.
También conocimos la Casa de las Artesanías...
Y, como no, los dulces típicos de estas fechas: las calaveritas de azúcar y mucho más. Mirad la foto...
Siguiendo con nuestro paseo, nos topamos con una placita encantadora en cuyo centro había una fuente llamada de las Tarascas, que también se conoce como Fuente de la Fertilidad. Las Tarascas son las mujeres de esta zona del país que van con esas faldas características. En la foto creo que se puede ver.
Detrás de esta fuente, estaba el acueducto...
Después, seguimos caminando y caminando por una calle en la que habían colocado muchos altares de grandes figuras mexicanas de todos los tiempo. Antes de mostraros estos altares, quiero que conozcais a un amigo que hicimos Fer y yo. Está un poco desmejorado, pero bueno...
Ahora sí, empezamos, como no, por el altar a Morelos...
Este otro es de Pedro Infante, un actor y cantante de la Época de Oro del cine mexicano. Algo así como nuestro Paco Martínez Soria...
Al final de este paseo, estaba el Santuario de Guadalupe. No se ve mucho el santuario, pero me imagino que mis "seguidores" preferirán verme a mí que al monumento, ¿verdad?
Esta otra, es el Jardín de Morelos. Por supuesto, la estatua que está detrás nuestra es de este personaje. Y una curiosidad: las estatuas equestres tienen un significado según los caballos tengan ambas patas levantadas, sólo una o las tengan apoyadas en el suelo. En este caso, el hecho de que el caballo tenga una sola pata en el aire siginifica que su jinete (Morelos en este caso) murió asesinado. Y efectivamente así fue, lo asesinó la Inquisición.
Otra cosita de Morelia que me gustó mucho, fue la Iglesia de las Rosas. Ésta...
¿Veis que su fachada tiene dos puertas? Pues la de la izquierda está siempre abierta, porque es por la que entra la gente que va al culto. La puerta de la de derecha, en cambio, sólo la abren una vez al año porque es por ahí por donde entran las niñas cuando van a consagrar su vida a Dios, es decir, van a hacerse monjas.
En fin, chicos, este recorrido guiado por los diferente lugares de Michoacán, está llegando a su fin. Sólo me resta enseñaros una última cosita, una última curiosidad... Así son aquí, en Morelia, los autobuses... jajaja.
Ah! y, como no, os presento al grupo que viajamos en esta ocasión...
Ahora sí, ya me despido y lo voy a hacer de la manera más dulce que puedo.
Espero que os haya gustado. Cuidaos mucho y un millón de besos para tod@s.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario